domingo, 1 de junio de 2014

El puto loco de la colina

Hace unos años, solía asomar el hocico en lugares tan ingratos como las putas fiestas de Majadahonda.
Una explanada a las afueras del casco urbano, eran el rincón elegido para que el alcohol, la música "chunda chunda", los perjúmenes de las pibas y los pectorales de los tíos te golpearan el alma como un buen batazo en la boca.

No solía ir más que un par de días, por aquello de ver algunas caras conocidas que solo puedes ver esa vez al año y qué coño, por si de rebote "pillabas cacho".Pero no aguantaba mucho en aquella reunión masiva de locos.

El caso es que cerca de allí, había una colina bien alta, desde la que podías columbrar aquella masa uniformada, como si fueran un montón de hormiguitas.

Y era un buen lugar para ir a reflexionar sobre esas grandes cuestiones del ser humano.

Así que allí se fraguó la siguiente viñeta.
Aquel día aprendí que no todos somos iguales. Y me dio el canguelo.
Ojito.


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