martes, 27 de septiembre de 2011

Sudacas

Niños.

Niños que empiezan a hablar con su lengua de trapo y que nos hacen reir tiernamente. Y ellos nos miran, inocentes, sin entender muy bien el por qué de nuestra risa.

Pero no siempre es así.

Hay veces que esos labios pronuncian palabras bañadas de ingenuidad y que sin embargo, a oídos de los adultos, cobran un significado lleno de matices horribles que nuestra mente contaminada toma como una terrible ofensa a la moral y nos ciega ante la angelical metedura de pata.

Esas pobres criaturas también son dignas de protagonizar una de nuestras viñetas.

He aquí una anécdota que nos comentó una tarde de cafeteo, Pichí, una amiga cercana, que a su vez le fue contada por la madre arrepentida del niño que un día tuvo un traspiés con su lengua.

No tiene desperdicio. Aunque sí la mano muy larga...




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